Cuba atraviesa una de sus peores crisis energéticas en décadas, con apagones masivos que afectan a millones de personas en todo el país. La situación se ha agudizado por un déficit de generación de casi 1.900 megavatios, debido a una combinación de factores como la escasez de combustible, la falta de mantenimiento en plantas generadoras y la obsolescencia de la infraestructura energética. Esto ha provocado una caída significativa en la producción de electricidad, dejando a muchas ciudades y regiones sin servicio durante horas, y en algunos casos, hasta días.
Las autoridades cubanas han reconocido la gravedad de la crisis, instando a la población a mantener la calma y tener paciencia mientras se implementan medidas para aliviar la situación. Sin embargo, la falta de soluciones rápidas y efectivas ha provocado una creciente preocupación y descontento entre los ciudadanos, quienes se ven afectados no solo en su vida cotidiana, sino también en sectores clave como la salud, la educación y el comercio. La situación también ha generado protestas en varias ciudades, con residentes exigiendo mejoras en el servicio eléctrico.
El gobierno cubano ha solicitado apoyo internacional y trabaja en un plan de recuperación a largo plazo, que incluye la modernización de las plantas de energía y la búsqueda de alternativas para asegurar un suministro estable de combustible. Sin embargo, la solución a la crisis energética parece ser un proceso complejo que podría tardar varios años. Mientras tanto, los cubanos deben enfrentar los desafíos diarios de vivir con un servicio eléctrico interrumpido y sin señales claras de una pronta solución.
