La Generación Z, compuesta por personas nacidas entre 1990 y 2000, ha crecido en un entorno digital que ha moldeado sus hábitos y expectativas laborales. Este grupo, que ha estado en contacto con la tecnología y las redes sociales desde una edad temprana, está empezando a marcar una clara diferencia en el mundo laboral. Un reciente estudio de Robert Walters, una firma de contratación española, ha puesto de manifiesto una tendencia sorprendente: el 72% de la Generación Z prefiere evitar los estresantes puestos de gestión intermedia.
Según la consultora, esta preferencia refleja un cambio significativo en la forma en que los jóvenes profesionales valoran su carrera. En lugar de aspirar a roles gerenciales, que a menudo implican una carga emocional y una presión considerable, la Generación Z opta por posiciones que les permitan un mayor equilibrio entre su vida personal y laboral. Este enfoque sugiere una búsqueda de satisfacción y bienestar que se aleja del modelo tradicional de progreso profesional.
La resistencia de la Generación Z hacia la gestión intermedia plantea preguntas sobre el futuro del liderazgo en las empresas. Las organizaciones deberán adaptarse a estas nuevas expectativas si desean atraer y retener a este talento emergente. En un mundo laboral en constante evolución, es fundamental que las empresas escuchen las necesidades de la nueva generación de trabajadores y ofrezcan entornos que prioricen su salud mental y bienestar.