Singapur ha reforzado su postura de «tolerancia cero» contra los cigarrillos electrónicos, imponiendo sanciones severas para quienes los vendan o distribuyan. La nueva normativa, vigente desde el 1 de septiembre de 2025, contempla penas de hasta 20 años de prisión y 15 azotes con vara para los vendedores de dispositivos que contengan etomidato, una sustancia controlada por sus efectos anestésicos.
Los consumidores que utilicen vapeadores con esta sustancia deberán someterse a terapia de rehabilitación de hasta un año, mientras que quienes usen dispositivos sin etomidato enfrentan multas de hasta $2,000 SGD (aproximadamente $1,558 USD), con castigos más severos en caso de reincidencia. Los extranjeros reciben un trato más flexible en su primera infracción, pero podrían enfrentar deportación o revocación de visa si reinciden.
Además de las sanciones, el gobierno lanzó el programa ‘QuitVape’, que ofrece apoyo en línea, seguimiento vía SMS y contenedores especiales para la entrega voluntaria de cigarrillos electrónicos. Con estas medidas, Singapur se posiciona como uno de los países más estrictos en la lucha contra el vapeo, siguiendo la tendencia de otras naciones como el Reino Unido, que también restringen su uso para proteger la salud pública y el medio ambiente.