Los capibaras, los roedores más grandes del mundo, suelen convivir sin problemas con uno de los depredadores más temidos del planeta: los cocodrilos. Aunque comparten los mismos ecosistemas, desde ríos hasta pantanos, rara vez se convierten en presa.
La explicación, según especialistas, está en su físico y comportamiento. Los capibaras cuentan con dientes grandes y afilados que pueden causar daño si son atacados, además de un tamaño considerable que hace difícil para los cocodrilos desmembrarlos o tragarlos. “No valen el esfuerzo ni el riesgo de lesión”, explicó la bióloga Elizabeth Congdon, experta en capibaras.
A esto se suma su temperamento tranquilo, que evita reacciones bruscas y reduce la posibilidad de despertar el instinto de ataque de los cocodrilos.
Sin embargo, estos animales no están libres de peligros. En la naturaleza enfrentan depredadores como anacondas, jaguares y águilas arpías. Pero el mayor riesgo proviene de los seres humanos, quienes en algunas comunidades de Sudamérica los cazan para consumo.

