El uso masivo de generadores de electricidad a diésel en Quito, a raíz de los apagones, ha tenido un impacto negativo en la calidad del aire de la ciudad. Según un reciente estudio de la Universidad de las Américas (UDLA), los niveles de monóxido de carbono (CO) casi se duplicaron debido a la dependencia generalizada de estos dispositivos. Además, el informe destaca un aumento del 38,8% en las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) y un incremento alarmante del 180% en los niveles de dióxido de azufre (SO2), gases altamente contaminantes.
Este aumento en la contaminación plantea serias preocupaciones sobre los riesgos para la salud respiratoria de la población, especialmente porque los valores registrados superaron las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de que el índice de calidad del aire (ICA) a nivel nacional se mantuvo en niveles relativamente bajos, la contaminación por partículas finas (PM2,5) en Quito estuvo por encima del límite recomendado por la OMS, lo que agrava aún más los efectos sobre la salud pública.
Los investigadores de la UDLA subrayan la necesidad urgente de que las ciudades, especialmente en zonas de gran altitud como Quito, implementen soluciones energéticas más limpias y desarrollen infraestructuras más resilientes. A medida que las interrupciones del suministro eléctrico se vuelven más frecuentes debido al cambio climático, se hace imprescindible contar con alternativas de energía de reserva que no empeoren la calidad del aire ni afecten la salud de los habitantes.