Después de más de tres décadas de restricciones y estigmas, Corea del Sur ha legalizado oficialmente el arte del tatuaje. El Parlamento surcoreano aprobó por unanimidad el «Tattooist Act», una nueva ley que permite a los tatuadores ejercer su profesión legalmente.
Esta histórica medida pone fin a una normativa que obligaba a que solo los médicos pudieran realizar tatuajes y derriba la percepción negativa que vinculaba esta práctica con la delincuencia.
La comunidad de artistas celebró la reforma con entusiasmo, marcando el fin de una era de clandestinidad en la que operar sin licencia podía acarrear multas de hasta 50 millones de wones (más de 35.000 dólares) y hasta cinco años de prisión.
La ley busca profesionalizar la industria y elevar los estándares de seguridad e higiene. Establece un sistema de licencias que exige a los tatuadores completar cursos anuales de higiene en centros autorizados por el gobierno. La normativa entrará en vigor tras un periodo de gracia de dos años, pero su aprobación ya representa un triunfo simbólico para el sector.
El cambio también refleja la influencia de la cultura K-pop, que ha popularizado los tatuajes como expresión artística y estilo personal, impulsando una aceptación social que transforma la imagen del tatuaje de símbolo de rebeldía a forma de arte y de identidad en Corea del Sur.