En un esfuerzo por recuperar las áreas verdes de la capital ecuatoriana, Quito comenzará un proceso de reforestación en noviembre utilizando 23 especies nativas. Esta iniciativa surge tras los devastadores incendios forestales que han afectado casi 40,000 hectáreas de cobertura vegetal en el país. Desde enero hasta septiembre de 2024, los incendios han arrasado más de 39,700 hectáreas en Ecuador, con Quito experimentando 314 incendios forestales y 1,832 quemas de desechos en los últimos meses. El impacto ha sido significativo, afectando tanto la flora como la fauna local, y creando un urgente llamado a la acción para restaurar los ecosistemas dañados.
El Municipio de Quito ha anunciado que el proceso de reforestación incluirá especies como laurel, pumamaqui, guaba, arrayán, algarrobo y molle. Según Sebastián Pillajo, jefe de la unidad de patrimonio natural de la Secretaría de Ambiente, la selección de especies se realizará considerando las particularidades de cada sector afectado. Este proceso es crucial no solo para regenerar la vegetación, sino también para mejorar la calidad del agua. Las especies nativas tienen la capacidad de retener la humedad del suelo, en contraste con el eucalipto, que absorbe la humedad y aumenta el riesgo de incendios.
La restauración se dividirá en dos enfoques: activo y pasivo. La restauración activa incluye la reforestación, la dispersión de semillas y la inoculación de microorganismos en el suelo, mientras que la restauración pasiva permite que la naturaleza recupere las áreas afectadas de forma orgánica, especialmente en terrenos difíciles de acceder. El proceso de reforestación está diseñado para ser a largo plazo, con una expectativa de que se realice durante 5, 10 o incluso 25 años, siempre que no ocurran nuevos incendios.
Como parte de la estrategia de prevención, se implementarán zanjas, franjas y cercas cortafuegos. Estas medidas, junto con la reforestación, buscan minimizar el riesgo de futuros incendios y proteger la biodiversidad local. La reforestación en Quito representa una oportunidad no solo para restaurar la cobertura vegetal, sino también para mejorar la calidad del agua y fortalecer los ecosistemas locales. A medida que el proyecto avanza, se espera que la ciudad recupere su riqueza natural y se prepare mejor para prevenir desastres ambientales en el futuro.