
La mayoría de pacientes leves y moderados que salen de un cuadro de COVID-19 deben continuar con un tratamiento luego de la enfermedad. Esto ayuda a prevenir la fibrosis pulmonar que en muchos casos se desarrolla tres o cuatro meses después, si no existe un manejo adecuado.
Mélida tiene 30 años, hace 9 meses se contagió de coronavirus y podría decirse que su cuadro fue leve, pero aun así tuvo secuelas post COVID-19.
En este caso, cuando hablamos de un cuadro de COVID-19 leve, la recuperación del paciente suele ser más rápida y se puede reintegrar inmediatamente a su vida cotidiana.
Pero, ¿Qué sucede con un paciente que tuvo un cuadro moderado o severo? El neumólogo Fernando Gualpa, quien estuvo inclusive en un estado complicado, explica las diferencias. “Paciente moderado es simplemente quien requiere de hospitalización con manejo de oxígeno suplementario, mientras que el paciente severo requiere manejo en terapia intensiva con ventilación mecánica”.
Lo importante indica el médico, es que en cualquiera de los dos casos el paciente requerirá un tratamiento post COVID-19 a partir de la cuarta semana de recuperación que incluye una evaluación clínica, tomográfica y de función pulmonar. Esta última se la realiza a través una espirometría.
El galeno explica que esta sirve para ver cuál es el riesgo de formación de trombos en el cuerpo y si esto es positivo, se trata de un paciente que tiene más riesgos de desarrollar trombos.
En una tomografía de pulmón, donde se observa manchas blancas se indica que hay una afectación por COVID-19. A partir de 3 meses, lo ideal es que desaparezcan y la imagen del pulmón sea más oscura, sin manchas.
A parte del tratamiento médico, el especialista recalca que la clave es la predisposición y el estado anímico del paciente que podrá marcar la diferencia para una recuperación rápida y exitosa.
Con información de Ecuavisa