
El secretario de la ONU, Antonio Guterres le preocupa una nueva guerra fría con el incremento de tensiones entre ambas naciones.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, endurecieron este martes su choque en una Asamblea General de la ONU muy marcada por la pandemia del coronavirus y la creciente tensión entre los dos grandes poderes económicos del mundo.
Con los líderes internacionales interviniendo a través de videos pregrabados, a la jornada inaugural de esta Asamblea General le faltó el dramatismo de los discursos en directo y del cara a cara, pero no los cruces de acusaciones entre potencias.
Trump, en un escueto mensaje de apenas siete minutos, fue directamente a por Pekín, a quien responsabilizó por la aparición del virus y por permitir que se extendiese por todo el planeta.
«Las Naciones Unidas deben hacer que China rinda cuentas por sus actos», dijo el mandatario estadounidense, que insistió en refererirse a la COVID-19 como «el virus de China».
Xi, consciente de por dónde iba a ir el mensaje de Trump, usó el suyo para dejar claro que el coronavirus es un problema de todos y que ahora lo fundamental es la cooperación para salir adelante.
«Cualquier intento de politización o estigmatización con este asunto debe rechazarse», recalcó el líder chino, que tendió la mano al mundo -sobre todo a los países vulnerables- para trabajar juntos.
Así, Xi prometió que las posibles vacunas que China está desarrollando, con varias en la última fase de ensayos, serán consideradas un «bien público global» y se distribuirán de forma prioritaria a países en desarrollo.
«UNA NUEVA GUERRA FRÍA»
Aunque la pandemia la ha disparado, la tensión entre el Gobierno de Trump y el chino viene de lejos y se hace notar en muchos frentes, incluidos el geopolítico, el económico y el medioambiental.
Se trata de una fractura que, a juicio del Secretario de la ONU Antonio Guterres, va en «una dirección muy peligrosa» y plantea el riesgo de «una nueva Guerra Fría», con dos grandes esferas lideradas respectivamente por Washington y Pekín y con sus propias normas de comercio y financieras, su internet y sus capacidades de inteligencia artificial.
«Una brecha tecnológica y económica plantea el riesgo de convertirse inevitablemente en una brecha geoestratégica y militar. Debemos evitar esto a toda costa», subrayó el jefe de Naciones Unidas.
Trump, sin embargo, reivindicó el poderío económico y militar estadounidense y su «destino como pacificador» del mundo, haciendo valer sus recientes mediaciones en Oriente Medio o Afganistán, pero siempre desde una posición «de fuerza».
Del otro lado, Xi recalcó que su país no va a mantener ningún tipo de guerra, «ni fría ni caliente», y nunca buscará la «hegemonía», sino la cooperación y el multilateralismo.
Aprovechando la aversión de Trump por los organismos internacionales, Pekín ha reforzado en los últimos años su apuesta exterior y, según muchos analistas, está ganando influencia en la ONU y en otros foros.
Xi mantuvo hoy esa línea, prometiendo más dinero para fondos multilaterales, atacando el proteccionismo estadounidense y comprometiéndose a hacer más contra el cambio climático.